Foto: Diputada del PP por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo.
“Sentimiento de tristeza por el bien ajeno, o el pesar por la felicidad de otro. Esta mezquina pasión se llama envidia. Es hija del orgullo y la malquerencia, pesar hondo por el bien que otro goza, que se antoja al envidioso mal propio. “
Francis Bacon. Filósofo inglés (1561-1626)
El filósofo inglés Francis Bacon describió la envidia como el “Sentimiento de tristeza por el bien ajeno, o el pesar por la felicidad de otro. Esta mezquina pasión se llama envidia. Es hija del orgullo y la malquerencia, pesar hondo por el bien que otro goza, que se antoja al envidioso mal propio.
Los efecto fisiológicos de la envidia atrofian el corazón, producen raquitismo en los vasos y palidecen los músculos“.
La decapitación política de Cayetana Álvarez de Toledo trae causa de esa mezquina pasión llamada envidia y demuestra dos cosas: la primera la falta de agallas de Pablo Casado, incapaz de salir del lodazal en el que le dejo Mariano Rajoy, así como su renuncia a los ideales que aparentó representar cuando fue elegido presidente del PP. La decisión de cesar a la portavoz del Grupo Parlamentario Popular cediendo así a las presiones de sus mediocres barones (García Egea, Feijoo, Maroto y otras); enfrascados en cambalaches con el PSOE, léase reparto de vocales del Consejo General del Poder Judicial, aprobación de los PGE para el reparto de los fondos de la UE para el rescate económico de España, etc., barones que han demostrado sobradamente estar atacados por ese “pesar hondo por el bien que otro goza” (el valor y la inteligencia de Cayetana), y que no hace sino confirmar que PP y PSOE son los dos pedales de la misma bicicleta del bipartidismo, cuyo manillar lo maneja el globalismo económico internacional.
Esta maniobra de Casado se produce en un contexto de auténtica emergencia nacional en España y de ataque permanente al estado de derecho por parte, no ya de los enemigos declarados de España (separatistas, comunistas y demás ralea), sino desde los propios organismos del Estado, como el Parlamento, la Fiscalía General del Estado, y algunos miembros de los Tribunales.
Y la segunda cosa que demuestra es que, al final, la mal llamada derecha, - la cobarde derecha -, siempre acaba jugando con las cartas que le pone la astuta izquierda, a sabiendas de que esas cartas están marcadas, pero sigue entrando en el juego, con la esperanza de que le perdonen su “osadía” y alguna vez ese globalismo económico internacional les deje gobernar, aunque sea aceptando los postulados y las cartas marcadas que le pone la izquierda.
Ante ese escenario, lo más probable
es que el “zorro” de Pedro Sánchez se coma el queso delante de los ojos
de Pablo Casado e Inés Arrimadas, pagando el precio por la envidia de sus
barones, aunque, si bien es cierto, que siempre le quedará a Casado el giro a
la moderación del PP y a ambos, que alguna vez más les inviten a participar en
alguna reunión del Club Bilderberg.
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