Amor del padre al hijo
Lámina extraída de: elige.soria.es
“Así razona con
ellas,
como si vivos
hablasen:
-
¡Sálveos Dios, Nuño Salido,
el mi compadre leal!,
¿adónde son los mis
hijos
que yo os quise
encomendar?
Mas perdonadme,
compadre,
no he por qué os
demandar;
muerto sois como buen
ayo,
como hombre muy de
fiar.
Tomara otra cabeza
del hijo mayor de
edad:
-
Oh, hijo Diego González,
hombre de muy gran
bondad,
del conde Garci
Fernández
alférez el principal,
a vos amaba yo mucho,
que me habíades de
heredar!
Alimpiándola con
lágrimas
volviérala a su lugar.
Y toma la del
segundo,
don Martín que se
llamaba:
-
¡Dios os perdone, el mi hijo,
hijo que mucho
preciaba;
jugador de tablas
erais
el mejor de toda
España;
mesurado caballero,
muy bien hablabais en
plaza!
Y dejándola llorando,
la del tercero tomaba:
-
¡Hijo don Suero González,
todo el mundo os
estimaba;
un rey os tuviera en
mucho
sólo para la su caza!
Ruy Velázquez,
vuestro tío,
malas bodas os
depara;
a vos os llevó a la
muerte;
a mí, en cautivo dejaba!
Y tomando la del
cuarto,
lasamente la miraba:
-
¡Oh hijo Fernán González
(nombre del mejor de
España,
del buen conde de
Castilla,
aquel que vos
baptizara),
matador de oso y de
puerco,
amigo de gran
campaña;
nunca con gente de
poco
os vieron en alianza!
Tomó la del Ruy
González,
al corazón la
abrazaba:
-
¡Hijo mío, hijo mío,
quién con vos se
hallara;
gran caballero
esforzado,
muy buen bracero a
ventaja;
vuestro tío Ruy
Velázquez
tristes bodas
ordenara!
Y tomando otra cabeza,
los cabellos se
mesaba:
-
¡Oh hijo Gustios González
habíades buenas
mañas,
no dijérades mentira
ni por oro ni por
plata;
animoso, buen
guerrero,
muy gran heridor de
espada,
que a quien dábades
de lleno
tullido o muerto
quedaba!
Tomando la del menor,
el dolor se le
doblaba:
-
¡Hijo Gonzalo González,
los ojos de doña
Sancha!
¡Qué nuevas irán a
ella,
que a vos más que a
todos ama!
Tan apuesto de
persona,
decidor bueno entre
damas,
repartidor de su
haber,
aventajado en la
lanza!
¡Mejor fuera la mi
muerte
que ver tan triste
jornada!
Al
duelo que el viejo hace,
toda Córdoba lloraba.”
(Romance cuarto de Los infantes de Lara.
Versión de R. MENÉNDEZ PIDAL.)
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